martes, 17 de diciembre de 2013

Agileia



Los Padres Antiguos vinieron y nos revelaron la Verdad Única: la muerte es solo el paso, el tránsito hacia otra vida. Aquel día glorioso, cuando más perdidos estábamos, descendieron con sus naves y se presentaron ante nosotros en todo su esplendor. Nuestros Padres brillaban como el sol. Entonces comprendimos que jamás habíamos estado solos en este vasto, oscuro y frio Universo. Siempre habían cuidado de nosotros como sus hijos que eramos.Habia otros como nosotros repartidos en infinidad de mundos a lo largo de toda la galaxia, pero nos dijeron que eran los pequeños humanos los más queridos en su corazón. Por eso habían vuelto  y fue un momento grandioso, pero sabed algo: ellos nunca vuelven. Y sin embargo allí estaban. Nos veían tan perdidos, tan desesperados. Sus vástagos se hundían sin remedio en un profundo abismo, desaparecíamos arrastrados por los horrores de la guerra y la aniquilación de los recursos que nos habían permitido subsistir y desarrollarnos hasta entonces. El hambre y las enfermedades nos habían diezmado, nos apagábamos lentamente consumidos por la miseria y el horror.
  Y así resurgimos. La humanidad volvió a medrar, esta vez con paso firme y virtuoso, con la ayuda de Los Padres Antiguos. Volvió el progreso y la tecnología. Crecieron ciudades tan grandes como jamás se habían visto antes. Y la ciencia impulsada por la sabiduría de nuestros progenitores llego tan lejos que apenas nos reconocíamos cuando volvíamos la vista atrás.
Muchos empezaron a adorar a nuestros Padres como si de dioses se trataran. En todo eran superiores a nosotros: en belleza, en inteligencia, en tecnología. Me atrevería a decir que nosotros éramos apenas una copia, un débil resplandor de aquella estirpe original de la que proveníamos. Algunos rostros se volvían hacia ellos buscando una guía en la luz de aquellas figuras paternales. Pero la mayoría huíamos en silencio. Teníamos miedo de su omnipotencia, de que alcanzaran nuestros más íntimos pensamientos. Que encontrasen la parte más oscura que se oculta en los corazones de cualquier humano. Aquel paternal control nos exacerbaba, aquella supervisión continua disfrazada de amables consejos nos hacía sentir inútiles, en cierto modo sentíamos que habíamos perdido aquello que siempre nos había hecho triunfar o vernos empujados hacia el desastre absoluto: nuestro libre albedrio.
   Pero había algo peor: La Verdad Única había sido revelada. La muerte es solo el paso hacia una nueva vida. Nos convertiremos en energía pura, nuestra consciencia trascenderá y nos fundiremos con el saber de todas las generaciones que pasaron al otro lado antes que nosotros y así nos sentiremos más vivos que nunca. Para muchos era la liberación del miedo más atroz que había perseguido a lo largo de la historia a la humanidad, ya no habría que temer nunca más a la muerte. Nos despediremos de nuestros seres queridos con una sonrisa y diciéndoles: “te esperare en el otro lado”. Pero había una gran parte de nosotros que vivía horrorizada con aquello. ¿No podríamos descansar nunca? No queríamos nada más, solo dejar atrás nuestra vida llena de amargura y simplemente desaparecer.
  Por eso surgió la Agileia.Unos pocos la crearon en la más absoluta clandestinidad y Gran parte de la humanidad  consumió esta droga en masa. La droga que volvía rígidos tus miembros, que detenía el proceso vital y que te dejaban en un estado permanente de suspensión. Solo oscuridad eterna. ¿Por qué sentirse vivo para siempre?
Los Padres entendieron entonces que había algo que había salido terriblemente mal en el desarrollo de aquella semilla plantada hacia eones en aquel diminuto mundo llamado Tierra.
La progenie humana no tenía remedio. Tenía un defecto de base. Preferían ser libres a ser felices. Por ello Los Padres Antiguos programaron un Nuevo Diluvio para empezar desde cero.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Vientos Metálicos








Con las primeras luces del alba abrí los ojos y…grité. El droide T25, un robot obscenamente caro, permanecía en la penumbra de la habitación mirándome silencioso al pie de mi cama. Las rendijas de luz de la persiana se listaban sobre su pulida superficie metálica.
-¿Desea algo para desayunar? Noto sus pulsaciones por encima de los valores medios –pregunto en su tono aséptico
-¡Cacharro del demonio! ¡Qué susto me has dado! ¡No vuelvas a hacerlo! –le ordene colérico.
-¿No quiere desayunar nunca más?
  Intente incorporarme y sentí un dolor lacerante en el hombro izquierdo. Noté que el vendaje estaba lleno de sangre. Intente alejar el dolor apretando los dientes y pensando en otra cosa.
-T25 prepara vendajes limpios y desinfectantes.
-Como desee.
Con un zumbido el droide salió de la habitación. Tarde un rato en abandonar la cama. Me quede allí en la penumbra pensando. Maldita Corporación. Sólo un día después de abandonar el hospital habían enviado aquel droide.Uno de última generación. “Necesitamos asegurarnos que nuestro mejor técnico se recupera lo antes posible”, dijeron con aquella sonrisa impostada. Pero no me había caído de un guindo. Aquel robot tenía otros propósitos. Estaba convencido de que la Corporación sospechaba algo.
   -¿John? –Sonó una voz angelical al otro lado del teléfono.
   -Hola Alice
  -¿Cómo esta ese hombro?
  -Bien, acabo de limpiar la herida y poner vendajes limpios.
 -¿Aun no puedes salir no?
- Aun sigo en cuarentena, se me va a hacer eterno…
-Tengo muchas ganas de verte…
- Y yo a ti...
  Tenía que tener cuidado. Sabía que de algún modo aquel engendro robótico podía estar espiando mis conversaciones. O tal vez era más sencillo, tal vez el teléfono estaba pinchado. El estómago empezó a rugir.
-Detecto sus niveles de proteínas C7 y B4 bajos. Le recuerdo profesor Smith que no ha ingerido su desayuno –sermoneó el droide.
-Ya. Ya... prepárame unos huevos con beicon.
-Le recomiendo una compota de fruta, ayudara a corregir el nivel de grasas profesor.- apuntó el robot con aquellos ojos-led rojos parpadeantes.

-¡Prepárame unos malditos huevos! –grité
-Como desee. Déjeme advertirle que noto sus pulsaciones por encima de los valores medios otra vez.
-¡Vete a freír espárragos!

  El accidente había ocurrido diez días antes. Manejábamos plutonio en estado solido. Calculábamos las dosis y utilizábamos aquellos cilindros metálicos para poder transportar la mercancía. Toda la red de seguridad fue sobrescrita en apenas 24 horas, por lo que ninguno de nuestros movimientos estaban siendo registrados. La cuestión era como sacar aquello de allí sin que ninguno de los controles de seguridad detectase los cilindros.
Abrí los ojos y me lo encontré otra vez allí. Delante del sofá. ¿Aguardaba instrucciones o hacia realmente otra cosa? ¿De qué era capaz aquel droide?
MANI, HE ENCONTRADO ESTE MOVIL ANTIGUO EN EL CAJON.HE CONSEGUIDO HACERLO FUNCIONAR.CREO QUE ESTA FUERA DE PELIGRO POR LO QUE ES UN CANAL SEGURO.ESTOY SIENDO VIGILADO POR LA CORPORACIÓN.NO PUEDO SALIR.NO PUEDO USAR MI CONEXIÓN A LA RED.AVERIGUA TODO LO QUE PUEDAS DEL T25.NO ESTA A LA VENTA EL MODELO, ¿VERDAD?
Mire a mis espaldas y vi al droide parado en el umbral de la puerta. ¿Me estaba vigilando? ! Me seguía a todas partes!
-¿Qué haces ahí parado?- le pregunté nervioso.
-Profesor, Mensaje de la Corporación para usted.
-Adelante – refunfuñe.
El torso delantero del droide se ilumino y apareció una pantalla brillante. Una mujer de más de cuarenta y pelo recogido sonreía desde el otro lado.
-          Buenos días ¿Cómo se encuentra esta mañana profesor?
-          Buenos días Catherine, me encuentro mejor.
-          ¿Está siendo de ayuda el T25?
-          Oh si, muy servicial
-          Estamos deseando que se recupere lo antes posible. Le necesitamos por aquí cuanto antes. Su ayuda es fundamental para nosotros.
-          Yo también tengo ganas de volver al trabajo.
-          Muy bien. Los informes que nos llegan del T25 respecto a su recuperación son muy satisfactorios.

Dormí un rato. Volví a rememorar el accidente. Mi compañero Paul ardía literalmente. Yo a través de la ventanita redonda, al otro lado de la puerta, le veía consumirse sin poder hacer nada!!Estaba saliendo todo mal! Parecía tan fácil! ¿Qué harían ahora los rusos cuando se diesen cuenta de  que su mercancía no iba a llegar nunca?
-¿Profesor? – La voz metálica me devolvió a la realidad
Restregué mis ojos. Estaba realmente cansado. Notaba los miembros cada vez más entumecidos. Me levante apartando a un lado al droide y camine hasta la cocina. Tenía el estómago revuelto. Busqué el bicarbonato en la despensa. Derrepente un botecito cayo de un estante superior.
-¿Qué demonios?
Lo recogí y lo sostuve en mi mano.
POTASIO PLUMBICO E-34
Noté una punzada de dolor en la piel. ¡Maldito engendro! ¿Me estaba envenenando?
Sonó un bip-bip.
HOLA JOHN.SOY MANI.EL T25 ES UN ROBOT EXPERIMENTAL.LA CORPORACION LO ESTA VENDIENDO AL EJERCITO COMO ARMA DE APOYO A OPERACIONES TERRESTRE.NO PUEDO SEGUIR ESCRIBIENDOTE.ESTE YA NO ES UN CANAL SEGURO! SAL DE AHÍ!!
Sentí un sudor frio y unas nauseas terribles. Me apoye contra la encimera de la cocina. La cabeza me daba vueltas.
-¿Profesor? ¿Se encuentra bien? Registro sus pulsaciones por encima de la media. Déjeme administrarle un calmante.
-¡Aléjate de mí! – agarre un rodillo de cocina.
-Mi misión es garantizar su recuperación de forma satisfactoria. Tengo que administrarle el calmante.
-¡Te he dicho que te alejes!
Mi visión se nublaba. Unos segundos antes de perder la consciencia note un pinchazo a la altura del cuello. Sentí como si  mil alfileres se clavaran  en mi cerebro. ¿Era aquello real? Mis recuerdos empezaron a volar fuera de mí con rapidez! Aquella maquina estaba extrayendo toda la información de mi cerebro y a la vez estaba borrando quien era Yo! ¿Era aquello real?
¿Qué estaba pasando?¿Por qué  siento dolor? ¿Quién soy?




jueves, 5 de septiembre de 2013

La Caza









Una imponente figura apareció en el centro del poblado montada a caballo. Le acompañaba otra silueta más pequeña que llevaba al animal cogido de las riendas. Ambas sombras caminaban luchando contra la ventisca avanzando lentamente y abriendo profundas huellas en la nieve.
Se detuvieron delante de una  puerta de madera.Un cartel congelado colgaba de la esquina del edificio y gemía oxidado balanceado por el viento. El gigantón descabalgó y con su manopla de piel golpeo los listones blanquecinos de la puerta.
-¡Abrid! –grito una voz gutural.
 El más pequeño frotaba sus brazos intentando entrar en calor.
  Con un crujido la puerta se abrió y en el umbral apareció un posadero regordete con un sucio mandil.Vio a los dos personajes (uno de ellos enorme) envueltos en pieles hasta las orejas. Apenas se les veían los ojos. Del interior se escapó el calor de algún hogar encendido.
-¡Por todos los dioses del Infierno no te quedes ahí pasmado y déjanos entrar ya!- Arreció la voz del grandullón fría como el viento que ululaba.
-¡Perdón! !Pasad, pasad! !Estáis en vuestra casa!-  reaccionó el posadero echándose a un lado.
-¡Tú jovencito! Lleva el caballo al establo y asegúrate de que coma – le espetó el gigante a su  compañero.
  El hombretón entró en la posada con dos grandes zancadas sacudiéndose la nieve como un perro.
-¡Que frio hace en este país de mierda! –murmuró.
Se quitó la capucha y miro alrededor. Penumbra. Solo había unos pocos paisanos en el local, algunos  ensimismados en sus rutinarios pensamientos sin apartar la vista de la cerveza caliente,y  otros hablando bajito, como si conspiraran, reunidos en los puntos más oscuros y discretos del salón. Pocos se fijaron en el gigante que acababa de entrar.
Este buscó un sitio lo más cerca de la chimenea y esperó impaciente. Volvió a abrirse la puerta de la posada y apareció su compañero azotado por los vientos crueles. Rápidamente cerro y apenas unos copos de nieve se colaron dentro. El joven miró despistadamente un rato, vio a su jefe al fondo y allí fué.
-¡Mira que has tardado! ¿Y el caballo? –preguntó el gigante.
-El caballo  bien. Lo he dejado con el mozo. No tenían mucha avena.
-Vaya, !como no!.Por cierto, ¿Dónde demonios está el posadero? ¡Posaderoo! – vociferó La Bestia.
Como por arte de magia apareció el aludido saliendo por una puerta.
-¿Van a cenar?- preguntó
-Depende de la bazofia que se sirva aquí, aun así esa es nuestra intención señor mio.
El posadero se secó el sudor de la calva ante la mirada amenazante y miró hacia la cocina:
-Pues esta noche tenemos patatas con carne, si es de su gusto.
-Bien, trae un plato grande y dos cucharas. Con vino caliente para mi y para el chico agua.
-¿Agua? –protestó el joven.
El hombretón soltó un manotazo
-¡Ay!
-Cuando seas un hombre beberás como yo, ¡hasta entonces a callar!
Fuera, el viento seguía arreciando y la noche caía lentamente sobre la pequeña aldea. En una de las ocasiones en las que el posadero se volvió a la mesa ,el gigante le agarró por el brazo y  preguntó:
-Por cierto, ¿Dónde puedo encontrar al Condestable?
-¿A estas horas? ¡Debe estar durmiendo!- respondió azorado el otro.
-Da igual, tengo un asunto de urgencia que tratar con él y no puede esperar a mañana. Mañana me gustaría zanjar el negocio y largarnos de aquí.
El muchacho comía patatas como si el asunto no fuera con él. El posadero se encogió de hombros y dijo:
-Es la casa grande al final del pueblo.- y desapareció por la puerta.
  Una hora más tarde estaban golpeando el llamador de la citada casa. Se oyeron pasos al otro lado. El viento había cesado y solo caía una nieve mortecina. La oscuridad era absoluta y apenas se veía un palmo más allá de la nariz.
-¡Ya va! ¡Ya va! ¡Me vais a derribar la puerta!- se oyó gritar al otro lado.
Y La puerta se abrió .Asomó por el umbral el Condestable, hombre de mediana edad de cabello desmadejado y que con malos humos sujetaba un candil.
-¿Quién demonios sois vosotros y que haceis llamando a estas horas?
El grandullón dio un paso al frente y su ceñudo rostro se iluminó a la luz del candil.
-Soy Odric Mazmartigan, Campeón de la reina Valeste.Y este es mi escudero Salizan de Monte Claro.
-¿!Odric? !Virgen Santa!!No puedo creerlo! – los ojos del Condestable se abrieron como platos
-Estupendo, presentaciones hechas. ¿Ahora podemos pasar? Se me estan helando los..
 Un rato después estaban sentados en la mesa del despacho del Condestable. La luz de una lámpara de cera iluminaba una estancia atestada de libros.
Una mujer somnolienta apareció bajando una escalera:
-¿Quiénes son a estas horas Martín?
-¡Vete a acotar otra vez mujer! – le espetó el otro echándola de mala manera.
-Perdonad a mi mujer, es una cotilla
   Odric gruño impaciente sin prestar atención al hombre. El escudero daba vueltas por la habitación curioseando entre los libros. El Condestable se sentó y sirvió vino caliente a Odric, quien se había quitado la capa de pieles y lucía un jubón de viaje rojo con el símbolo de la casa de Idis.
-Vos me habéis llamado, ¿qué es lo que ocurre? !Diantre que vino más malo! ¿Es que no tenéis nada más decente?
-Lo siento, no ha sido un buen año para nada.- se excusó Martín- el mismísimo Odric...¡por el Altísimo!. Esperábamos en realidad a algún héroe menor, !pero no al Campeón de la Reina!.
-Ya,ya..Bueno ,pues al grano. La reina está preocupada por las cosechas de esta zona, ni que decir tiene que en estos momentos de guerra el abastecimiento de las regiones del sur son prioritarias, y ahora no podéis cosechar por la bestia esa .Porque en la misiva hablabais de una bestia ¿no?
-!Por Dios Muchacho, deja de tocar esos libros!!Por una vez estate quieto!-grito Odric
El condestable continuó:
-La bestia de Arzak la llaman ahora. Ha arrasado ya todos los campos al oeste del rio. Baja de las montañas heladas de Gidion cada dos o tres noches.!Ha matado ya a más de una docena de granjeros!
  Odric se meso las barbas como pensativo y dijo a continuación:
-Ya veo, ¿Alguien ha sobrevivido? ¿Alguien ha visto como es la bestia esa?
Limpiándose el vino del morro con la manga de terciopelo, Martin saco un dibujo hecho a carbón de uno de los cajones.
-Renald hizo esto, vivía en la tercera granja subiendo por el puente a la derecha.! La bestia es rapidísima. Dormían todos cuando se coló,  y mato a toda la familia en apenas un susurro. Ni siquiera se despertaron. El pobre Renald huyo de milagro, cuando llego aquí  tenía el brazo izquierdo devorado hasta el hombro y unas heridas terribles. Murió solo tres días después.
Alargando el brazo le paso el dibujo.
Odric apenas le echo un vistazo y se froto los ojos cansados:
-mierda, mierda, mierda.- dijo
-¿Qué pasa? – pregunto Salizan volviendo de sus ensoñaciones.
-¿Qué es? – dijo el Condestable preocupado.

-¿Qué es? Es una puñetera Manticora. ¡Joder!


****

En medio del vendaval de nieve aparecieron dos ojos. Ardían como ascuas furiosas y avanzaban hacia el chico con lentitud. Entonces Las mandíbulas de la criatura se abrieron y dejaron escapar un rugido letal que reverbero por todo el valle. El muchacho estaba paralizado por el miedo. La enorme figura de la bestia fue recortándose y haciéndose más clara contra el cielo gris tormenta. Pudo ver claramente los colmillos rezumar sangre y la respiración entrecortada del animal. Las garras hacían crujir la nieve parsimoniosamente mientras la sangre se agolpaba en el cerebro del escudero...
-¡Salizan!
  El muchacho fue arrancado bruscamente de su sueño. La grotesca cara de Odric fue lo primero que vio al abrir los ojos...
-¿Es ya de día?
-¿De día? Aún quedan por lo menos tres horas para el amanecer. Estabas gritando como una niña y me has despertado.
 Salizan se restregó los ojos.
-Lo..lo siento.
Odric gruño una maldición por lo bajo y volvió a la cama.El candil apenas arrojaba luz en la habitación.
-Por cierto jovencito, mueve el culo y da de comer a Ariadna. Ayer por la noche se te olvido.
-¡Cierto!
  El joven se levantó y a trompicones se puso las calzas y el jubón. En la semioscuridad abrió una puerta y entro en la estancia de al lado. Allí dentro encendió una lámpara de aceite que iluminó un estuche alargado de cuero negro recubierto de extraños símbolos. Somnoliento aún, dejó la lámpara a un lado y puso las dos manos sobre el estuche. Murmuró unas palabras y la funda se abrió lentamente. La luz de la vela se arrastró por la superficie plateada de una espada, arrancando hermosos destellos.
-¡Ariadna..Ariadna! ¡despierta! – susurró Saliz.
Hubo una breve vibración en la hoja y entonces se escuchó una tenue voz:
-¿Saliz? Está muy oscuro... – dijo la espada.
-Aun es de noche Ari..pero tienes que comer ahora.
El arma emitió un gruñido de protesta.
-Vamos Ari, sal... – le pidió el chico.
  Una pequeña figura de apenas medio palmo se materializo al lado de la espada. Era más oscura que la propia negrura que imperaba en la habitación. Tenía el cuerpo de una mujer y dos alas membranosas, ahora recogidas entorno a los hombros desnudos. Los ojos brillaban azules como el cielo.
-          Estoy cansada Saliz...
-          Vamos Ari, tienes que comer...
El escudero desenvolvió un lienzo que guardaba en una bolsa. Dentro había un pedazo de carne de caballo cruda. Aproximo la carne a la criatura que se desperezaba indolente.
Ariadna comenzó lamiendo el pequeño charco de sangre que la carne había dejado sobre la mesa y después fue dando pequeños mordiscos a la misma con sus colmillos menudos.
-¿Mejor? –Pregunto Salizan.
-Si- respondió la criatura lamiéndose la boca.

A la mañana siguiente caminaban por el puente helado que conducía a las granjas del noroeste. El día había amanecido despejado y frio. Las montañas de Gidion se recortaban brillantes contra el cielo azul intenso. Desde que habían partido de Villa de Arzak no se habían encontrado con nadie. El caballo resoplaba y Odric guardaba un lúgubre silencio.
  Las primeras haciendas que encontraron a ambos lados del camino estaban cerradas a cal y canto. Los animales tampoco se encontraban en el establo. Un silencio espectral enmudecía el ambiente.Derrepente Odric observo humo saliendo tras una gigantesca colina nevada. Se aproximaron en aquella dirección y el aire empezó a oler a ceniza. Encontraron un rastro al pie de la colina. Por allí discurría un pequeño camino al lado de un arroyo helado. El gigante descabalgo y observo con detenimiento cientos de huellas de pies que corrían en dirección al páramo.
-Huían de algo – murmuro Odric.
-¡Aquí señor! – señalo Saliz.
  La gigantesca huella de una garra se hundía en la nieve sobre un charco de sangre reseca.
-Mira esto muchacho- Odric alargo algo al escudero.
Era como un colmillo oscuro del tamaño de su palma.
-Ten cuidado jovencito. Esta envenenada.
-¿Qué es?
- Es una espina de  Manticora. Las tienen en la cola. Te alcanza una de esas y estas fiambre.
Saliz soltó la espina inmediatamente...
-Sigamos – dijo Odric.

Siguiendo el rastro de la Bestia llegaron al pueblo de donde procedía el humo, que se elevaba lánguido hacia el cielo. El eco solitario de los cascos del caballo hizo que los cuervos arrancasen a volar.
A la entrada, entre casas derruidas y carbonizadas, encontraron una escena dantesca. En la plaza yacían una docena de cuerpos apilados de forma caprichosa, algunos semidevorados, todos retorcidos grotescamente. Las caras mostraban un último grito de terror congelado,  solo un segundo antes de que el alma se escapase del cuerpo. El campeón se tapó la nariz asqueado y el joven escudero simplemente vomito.
  Odric se agacho cerca de un cadáver, un poco más apartado del resto, y le cerró los ojos .Entonces  vio de nuevo las huellas de la Manticora a su lado. Estas se alejaban internándose por la calle principal de la Aldea junto con un rastro de sangre: era como si un cuerpo hubiera sido arrastrado.
-Tráeme a Ariadna –pidió secamente el caballero.
  Saliz saco la espada del estuche que colgaba del costado del caballo, la acaricio un momento.
-No tengas miedo Ari – susurro.
y se la dio a Odric.
-Sígueme a una distancia prudencial muchacho – dijo este con gesto serio
 Con paso vacilante se internaron en la calle principal  siguiendo el reguero de sangre seca. El viento gélido empezó a soplar de nuevo. El silencio les envolvía pesadamente y podían ver a ambos lados de la calle señales de la cruenta matanza: cristales rotos, sangre salpicando las ventanas, puertas ennegrecidas…Cuando habían recorrido la mitad del camino de repente escucharon un terrible estrépito. Odric hizo una señal y se detuvieron expectantes sin hacer ni un ruido. El gigante miro a ambos lados nervioso con la espada en alto. Miró hacia el muchacho y le hizo una señal para que le siguiera por una calle estrecha.
Desembocaron en lo que parecía un antiguo almacén de piedra a lado de un pozo. El rastro de la bestia se perdía allí. Allí el silencio era aún más amenazante. Algunos copos comenzaron a caer. El almacén tenía dos enormes puertas de madera, una de ellas yacía en medio de la nieve destrozada. De pronto comenzaron a escuchar el llanto de un niño que provenía del interior.
-¡Qué demonios! –mascullo el caballero temblando.

Saliz miro hacia la negrura del almacén con el gesto desencajado. Entonces súbitamente la espada Ariadna se volvió negra y empezó a vibrar. Odric apretó los dientes y comenzó a andar hacia la puerta con pasos vacilantes.

***

El llanto del crio se hizo mas intenso.Saliz hizo el gesto de seguir al caballero pero este le detuvo con un ademan.
-¡Quieto!-
Ajusto las cinchas de la coraza, bajo la visera y se interno en la oscuridad del almacen.
  Odric fue avanzando pegado a la pared con el mayor sigilo posible. Haces de luz se colaban a través del techo agujereado e iluminaban los tablones del suelo.La madera crujía levemente bajo sus pies.Al fondo la oscuridad era impenetrable.El llanto del niño era interrumpido de cuando en cuando por sollozos desconsolados.La voz de Ariadna llego a los oídos del gigante siendo apenas un susurro.
-¿Por qué llora un niño? ¡Pobre! ¿Dónde esta?
-shhh..calla Ari.. No hay ningún niño.La bestia esta imitando el llanto de uno.
Con el arma apuntando hacia la oscuridad Odric dijo amenazante:
-Sal de ahí
De pronto el filo de la espada empezó a vibrar enloquecidamente  y una masa negra y enorme se abalanzo desde el techo rompiendo las vigas de madera.Tablones y astillas saltaron por todas partes y el caballero dio un traspiés empujado por aquella fuerza descomunal.Según caia de espaldas blandio su espada en el aire hacia la criatura.Unos colmillos ensangrentados soltaron una dentellada a escasos centímetros de su cara.La bestia cayo con agilidad sobre el suelo y dio un salto hacia atrás encarándose con el caballero.Este se levanto pesadamente recuperando la postura de combate.
-¡Engendro del demonio..!
Ahora la veía perfectamente en la penumbra del almacen: la cabeza descomunal,el hocico húmedo y grotesco,los ojos rojo zafiro llameantes.El polvo caia sobre la escena lentamente y Odric podía oir perfectamente la respiración entrecortada del animal.La espada ardia literalmente en su mano.El inmenso poder de la misma se canalizaba por sus venas y hacia palpitar su sien.
 La bestia abrio las mandíbulas y una voz recito un canto  en un lenguaje oscuro y antiguo.El caballero se dio cuenta tarde de lo que estaba pasando.Un manto negro cayo súbitamente y su vista se fundio en negro.Se había quedado ciego.
Saliz en el exterior empezó a oir un rugido ensordecedor, como un huracán terrible.A continuación un estruendo descomunal sacudió los cimientos del desvencijado almacen.La voz de Odric se elevo  en el aire dibujando un alarido terrible y una explosión de polvo y madera fue vomitada al exterior a través de la puerta.
-¡No! – grito el muchacho
   Con paso vacilante fue acercándose a la entrada del almacen.Un sepulcral silencio vibraba en el aire.La nube de polvo fue disipándose. Cruzo el umbral.En el centro de la escena  el sol  fue arrancando destellos a la armadura de Odric, semienterrada entre cascotes.
-¿Señor? –aventuro el joven angustiado
   Retiro algunas maderas y emergio la cabeza del caballero y parte de su cuerpo.Saliz levanto la visera del casco.Una terrible herida hacia borbotar sangre de su cuello.Con los ojos semientornados y los labios resecos,Odric musito:
-Salinzer..hijo.
  El joven sujetaba la cabeza de su señor tembloroso.Las lagrimas empañaban sus ojos.
-¡Coge a Ariadna y sal de aquí! –espetó el caballero.
Y los ojos se tornaron grises.Asi fue como la vida del Campeon de Valeste se apago para siempre.
Saliz oyo un crujido a su espalda y un gruñido sordo.Rapidamente empezó a retirar los cascotes que aprisonaban el brazo del caballero muerto.Miro a su espalda y observo dos pupilas encenderse rasgando la oscuridad y un ronroneo amenazante.
La bestia fue abandonando la negrura y mostrándose bajo el haz de luz que caia del techo.El escudero hundio su mano entre los cascotes buscando nerviosamente la espada y por fin su mano se cerro entorno a la empuñadura de Ariadna.El arma vibro:
-¡Saliz! – Oyo despertar a la voz demoniaca encerrada en aquel filo.
  Con un súbito rugido la criatura se abalanzo sobre el joven.Al mismo tiempo una descarga sacudió el brazo de Saliz y la espada negra se libero repentinamente ,impulsando el cuerpo del muchacho hacia la bestia y describiendo un arco letal hacia las mandíbulas abiertas.
   En un mar de confusión Saliz fue embestido brutalmente por la mole a la vez que el filo del arma se abria paso salvajemente a través del cuerpo de la bestia.La  Manticora bramó enloquecida y una cortina de sangre negra envolvió al muchacho. Ambos cuerpos chocaron con violencia contra la pared de atras y Saliz , aplastado, perdió la consciencia.
               
   Nado por un mar de negrura durante mucho tiempo.Luego vinieron imágenes de su niñez, y su padre en la granja.Finalmente volvió a abrir los ojos.
Se encontraba en una cama postrado.La luz de la mañana entraba por una ventana a su derecha.Olia a jazmines.Reconocio el lugar, estaba de vuelta en el castillo.
-Aún me pregunto como has sobrevivido, eres apenas un chiquillo.¿Cómo te encuentras?
  Saliz abrió los ojos como platos.Al pie de su cama se encontraba la mismísima reina Valeste.Sonreia y sus ojos  brillaban aun mas que aquella mañana azul de invierno.El chico se pregunto si realmente había sobrevivido y si todo aquello no era un sueño, y el seguia tirado inerte en aquel almacen. 






Recuerdos del Futuro

   






     Y sí, finalmente hubo una Gran Guerra  y el cielo entero se iluminó con el estallido de miles de bombas. Tantas , que la humanidad estuvo a punto de desaparecer. Las grandes ciudades fueron destruidas por un fuego arrasador y muchas se hundieron bajo las aguas. Los pocos seres humanos que quedaron escaparon bajo tierra como conejos que huyen a su madriguera. El silencio vino, los vientos soplaron con furia, y miles de soles cruzaron el cielo. Y después de casi un siglo la vida poco a poco comenzó a recuperarse otra vez.
  Aquellos que por primera vez volvieron a pisar la superficie eran los hijos de los hijos de aquellos otros que un día se refugiaron bajo ella , y cuando volvieron a respirar el aire de la mañana bajo los cielos claros y azules, no se percataron de que ya no recordaban nada de lo que había ocurrido. La Gran Guerra apenas era una imagen borrosa y lejana.
  La vida se abrió paso más fácilmente lejos de tierra firme, y fue especialmente floreciente en algunas islas de lo que un día llamamos El Pacífico. Para aquellas gentes  los grandes continentes eran sólo un mito imposible de alcanzar y su nueva Civilización la construyeron en aquellos pequeños pedazos de tierra rodeados del mar infinito, donde establecieron sus leyes, y ajenos de cualquier peligro, vivieron en una curiosa armonía jamás antes vista en la Historia de la Tierra. Pocos se preguntaron de dónde venían  o que había habido antes. Simplemente daban por hecho que todo siempre había sido así. Y Sin embargo, recuerdos en forma de antiguos aparatos y cachivaches de antes de la guerra pululaban por las islas, la mayoría abandonados entre la vegetación u oxidados en agujeros, olvidados por sus herederos que ni sabían lo que eran si se preocupaban en averiguarlo. La tecnología de por aquel entonces diríamos que era más bien primitiva: ruedas y poleas, empalizadas de juncos ,etc. La vida sencilla que llevaban tampoco precisaba de más.
   Pero había un artefacto del mundo antiguo que sí que funcionaba, y era increíblemente maravilloso. Y lo más sorprendente de todo es que era propiedad de una niña de apenas 15 años que era toda una leyenda en el lugar. El aparato en cuestión era una avioneta roja preciosa. Los isleños primero oían el rugir del motor y luego levantaban su vista hacia el cielo maravillados, viendo como aquel pájaro cruzaba el firmamento arrebatándole destellos al sol.
Todo el mundo conocía a Mina, la pequeña niña pelirroja que viajaba de una isla a otra en su extraña máquina  y que vivía con su abuelo en el islote número 15, casi a las afueras del gran atolón. Y era tan conocida por todos porque era ni más ni menos que la cartera oficial del Archipiélago. Por lo tanto, siempre iba de una isla a otra llevando la correspondencia de los isleños así como toda clase de paquetes. Para los islotes más lejanos la aparición de Mina era siempre un gran acontecimiento.
  Al atardecer, la joven piloto aterrizaba otra vez en su islita y el Abuelo, avezado mecánico, hacia el mantenimiento de la asombrosa máquina. El Abuelo, sabio entre los sabios, llamaba al aparato “planivion”, y decía a su nieta que hubo muchos más como aquel en la antiguedad, incluso algunos grandes como islas. Y que supo de su nombre porque una vez vio una imagen de uno en un libro muy muy antiguo.

Y así transcurrían los días en aquel perdido Archipiélago. Hasta que un día ocurrió lo imposible…